martes, 22 de enero de 2008

El Heraldo De La Oscuridad

Ahora dime:
¿Qué se siente poder hablar con tu alma?
Ahora dime:
¿Esta es la verdad qué siempre has estado buscando?
¿Fue justo el precio qué pagaste?

"Chapter I - Stream Of Unconsciousness" / Vision Divine


Dime, dime ¿Dónde te has ido?
Dios no necesitas mentir, sólo mírame a los ojos
Dime, dime ¿Qué es el amor?
No puedo recordar, mi corazón es muy débil

"Here In 6048" / Vision Divine




Durante el último año del siglo pasado, diversas reacciones globales se manifestaron como resultado del fin del milenio. Desde las más extravagantes afirmaciones de la consumación del mundo anunciadas en el Apocalipsis bíblico (no se desvirtúa el valor histórico de La Biblia, pese a que en su último libro no se manifiesta fecha exacta para el fin de la humanidad como la conocemos), catástrofes informáticas, debacles financieras, la venida del anticristo, hasta invasiones extraterrestres para reformar nuestras capacidades humanas y anunciar una nueva era. Los medios de comunicación, en su búsqueda por mayor protagonismo, encontraron en la alarma y el morbo un gran negocio y de esta manera ayudaron a diversificar la paranoia mundial, asimismo, falsos profetas anunciaban la salvación, así como la propia autodestrucción humana. Esto generó gran controversia entre las personas que no podían aceptar el hecho de que se acercara su fin, además de que muchos optaran por la autoeliminación; en todas partes del globo se dieron suicidios individuales y colectivos a medida que se acercaba un nuevo milenio. El día del juicio nunca sucedió, las cosas siguieron su curso natural hasta épocas actuales.

Sin embargo, no todas fueron manifestaciones colectivas o individualismos triviales. No conozco el trayecto original de las notas que transcribiré a continuación, ni como llegaron a mí poder (pienso que en ciertas ocasiones es preferible no conocer el origen de determinadas historias), pero me han servido para conocer la naturaleza humana ante el terror, el pánico, el miedo… La credulidad de los siguientes párrafos son propias de cada lector, dejo al libre albedrío las decisiones en cuestión de creencias, empero, debo admitir que no soy escéptico. He recuperado casi todo el relato, sólo la primera hoja es ilegible.

“(…) Es así, lo primero que he de aclarar es que no estoy demente. Si en algún momento mis días transcurrieron agazapado entre cuatro muros que intentaron regresarme a una realidad diferente a la mía, es debido a la incomprensión de los demás, pero; sobre todo, a su poca capacidad para entender lo oculto. No me detendré en conjeturas vagas, ni en explicaciones históricas. Me queda muy poco tiempo para contar esta escalofriante experiencia, sin embargo, procuraré ser lo más explicito posible (estos hechos sólo me significan un terrible terror) y no ahondar en ambigüedades propias de los momentos que me tocó vivir.

He reflexionado constantemente, incluso durante mi enclaustro, sobre mis experiencias acerca de estos constantes desafíos a lo que conocía como mis certidumbres. Desde pequeño conocí la diferencia entre el bien y el mal, no obstante; a medida que transcurrían mis años, no he podido evitar en muchas ocasiones, mis constantes pecados. De los muchos yerros cometidos, debo admitir que no me arrepiento, y diré que creo que esa es una de las razones por las que él se presentó.
Como expliqué, no pretendo extenderme tanto para poder desenmarañar, en cierta medida, alguna razón para comprender porqué me eligió aquel demonio de la oscuridad, he divagado analizando los cuentos que me contaba mi abuela cuando era pequeño; me describía que estos demonios eligen a sus víctimas sobre los actos que esta ejecuta en su vida mortal, ocasional o habitualmente, y en los que Dios no interviene como mediador. A mi edad, considerando mis facultades e impulsos, no puedo dejar de admitir la batalla violenta que se libró en mi interior para aceptar esta evidencia.

He de consentir la cobardía y el inmenso temor que permanecieron en mí, después de esa primera vez de la aparición. Fue mientras dormía (o eso es lo que creí en un principio), sin embargo, no recuerdo si efectivamente me encontraba soñoliento. Sólo cuando era un niño le temía a la oscuridad; ahora, puedo recorrer la casa en su totalidad en las más completa lobreguez, andar sin dar pasos en falso, adecuando la vista a las tinieblas, como un gato que se siente dueño de la noche. Debe entenderse que después de lo ocurrido, nada ha sido lo mismo en mi vida.

Un día, muchas horas después de que la noche se apoderará de la bóveda celestial, me disponía a pernoctar, luego de pasar algunas horas frente al televisor y de sobrevivir a una agotadora jornada en la agencia de publicidad donde laboraba. El sueño ya estaba haciendo mella de mi facultad para mantener los párpados abiertos. Apagué el aparato después de un buen rato de haber perdido la conciencia por el amodorramiento; vi a mi hermano al otro extremo de la habitación, parecía que dormía hace mucho, era de suponerse que no se percataría del mencionado aparato encendido, pues al mirar en el despertador eran más de las dos de la mañana. Aunque satisfice mi amargura al cavilar que tendría que levantarse muy de mañana para acudir a la universidad. Por mi parte, me arropé con las apacibles sábanas de mi lecho y me coloque en posición fetal, como siempre ha sido, para descansar con el rostro frente a la pared (he de explicar que compartía la habitación con mi hermano y que ambos teníamos nuestros tálamos arrimados a ambos lados de nuestra pieza, la posición de mi cama me obligaba a que cada mañana, inconcientemente, siempre me levantara con el pie izquierdo, esto me ha hecho reflexionar mucho sobre mi suerte… A veces pienso que yo mismo me he maldecido). Tengo el hábito divino de rezar antes de dormir, aunque estuve perdiendo esa virtud en esas últimas semanas… Siempre he tenido temor de fallarle a Dios, de cometer con mis acciones algún error que revierta su ira contra mí. No obstante, durante ese crepúsculo, como en anteriores noches, no recé y me interne profundamente en el letargo. Así pasó… pero, de pronto una sensación jamás percibida se apoderó de mi cuerpo adormecido; sentía que todo ardía a mi alrededor, mientras el aire se enrarecía. ¿Estaba despierto o me encontraba en un sueño? No lo sabía, estaba tan absorto en ese pensamiento hasta que decidí levantarme, empero, dicha empresa me fue inútil; no pude mover un solo músculo, me encontraba completamente inmóvil, paralizado, no tenía idea a qué se debía el rechazo de mis facultades motoras al movimiento. Esto atormentó aún más mis nervios obsesionados con la locomoción. De repente, de los extremos de mi lecho, empezaron a aparecer unas sombras muy oscuras con dirección al techo. Para ese instante, ya no lograba contener el miedo que me invadía. Trataba de abrir la boca para tomar aliento, pero lo único que conseguía eran bocanadas de aire caliente. La desesperación se apoderó de mí como nunca había ocurrido, ni siquiera conseguía mover las mandíbulas para gritar, por lapsos padecí la ansiedad de la asfixia. Y entonces una de las sombras comenzó a tomar una forma que hasta ahora desconozco, pero que muchos han atribuido al Príncipe de las Tinieblas, al ángel caído, Belcebú, Lucifer, Satanás. Aunque, luego de meditarlo no me era posible creer que el mismo Diablo hubiera dejado el Hades para llevarse una simple alma mortal. Imagino que fue un heraldo negro de las tinieblas el que se había presentado ante mí. Dos destellos rojizos aparecieron en lo que considero era su cabeza, fijando su mirada en mis ojos mientras se acercaba, sólo esperaba un desenlace funesto para mí; pero, lo único que alcance a oír fue un lamento que arañó desgarradoramente mis tímpanos, un sonido que era a la vez un dolor, como escuchar los gemidos de los que sufren, de los inculpados, los sollozos de los suicidas que están condenados a repetir su pecado por toda la eternidad. Ahora que escribo de prisa, como si se acercara inevitablemente la muerte, no tengo dudas que la voz de esa imagen amorfa no era humana: ‘El fin está cerca’, dijo y antes que yo pudiera preguntar, la figura se desvaneció, las sombras desaparecieron y de pronto me levanté bruscamente, respirando con el pulso acelerado, como si el aire que hubiera a mi alrededor no fuese suficiente. Al mismo tiempo, el corazón lo sentía estallar, como si este golpeara desesperado dentro de mi pecho, buscando escapar de la jaula de mis huesos… Miré a mi alrededor y nada, sólo mi hermano dormitaba tranquilo y no se había percatado del susto que segregaba mi cuerpo. Guié la mirada hacia el reloj: eran las tres y veinticuatro de la madrugada; ¡una pesadilla! Pensé. Sin embargo, yo transpiraba como cuando se hace un increíble e inesperado esfuerzo físico y mi respiración no se normalizó hasta mucho rato después, en el que pude conciliar el sueño, a pesar del terror que sentía de que volviera a ocurrir.

El momento en que cerré los ojos para dormir, fue sólo un instante, porque inmediatamente al abrirlos, ya había amanecido; estaba muy entrada la mañana y se me hacía tarde para ir a trabajar. De camino a la agencia medite mucho sobre lo ocurrido en la noche anterior; pensé que era un artificio de mi imaginación, que no tendría más importancia que el de una pesadilla anecdótica (sonreí). Aunque, quimeras como la descrita, apareciéndose en las noches, originaban que sus tentáculos terroríficos se dispersaran a mis momentos de conciencia. En los días que siguieron, llegué a experimentar cierto espanto a sentirme solo en donde estuviera, incluso la penumbra me aterraba, fue en vano que me calmara con razones lógicas; pensaba que extinguiéndose la luz me vería rodeado de apariciones espectrales o demonios sepulcrales que reclamarían mi alma para llevarla a los infinitos círculos infernales. A medida que pasaba el tiempo, los días y los meses, mis temores se fueron disipando. De esta zozobra pasé a una felicidad casi meritoria, atribuí esta bendición a Dios, dado que había vuelto a rezar con fe desde el incidente en mención y no puedo negar, que me sentía más cercano a Él. Los resultados en lo laboral eran soñados, los proyectos emprendidos siempre eran acertados, los problemas familiares habían disminuido, incluso conseguí considerarme feliz en casa, conocí a una chica muy hermosa e inteligente que hizo desvanecer mis amarguras. En suma, me consideraba un muchacho afortunado, cobarde, pero afortunado.

Me resulta incomprensible (y no creo ser el primero en pensarlo), cuan sarcástico puede ser el destino y como muchas veces sentimos que nos persigue la desgracia. He buscado respuestas para explicarme lo acontecido después de este periodo de gracia. Encontré distintas conjeturas, pero ninguna parece satisfacer, en algún modo remoto, mis innumerables dudas. Incluso, ahora, pienso que este método intelectual es inútil. Desgraciadamente, no tengo la seguridad de que algún día mi suplicio se diera a conocer.

Entonces llegó un día –como cualquier otro-, me encontraba apaciblemente en mi habitación esperando que el ensueño me invadiera. Esa misma noche demoré mi retorno a casa, debido a una reunión con unos amigos de la agencia para departir algunas copas, como pocas ocasiones nos permitía compartir el ajetreo laboral. Durante el prolongado intervalo entre el trabajo y mi hogar logré recuperar mis sentidos de la embriaguez que provocó el alcohol. Para cuando estaba en cama, ya no sentía ningún estrago propio de la bebida. Es más, experimente una lucidez propia de mis más amplios estados de alerta. A pesar de ello, al poco tiempo ya no podía alzar mis pesados párpados sobre mis ojos. De pronto, me encontré en la oscuridad más completa; ni esfuerzo, ni temor, ni preocupación. Una agradable quietud reino mi mente, sentía mi cuerpo levitar en la inconciencia, mi espíritu se reconfortaba al atestiguar el placer de la siesta, sentía como caer en un trance hipnótico del cual sería difícil despertar. Ese precioso momento sólo fue efímero, como la calma antes de la tormenta. Repentinamente, levante los parpados sin ningún esfuerzo y observe con fatiga mi cuerpo recostado y, en un santiamén, entre la penumbra distinguí a mi hermano saliendo de nuestra habitación. Fue en ese instante, en ese preciso instante que percibí el tiempo detenerse. Todo se había detenido; el movimiento de las cortinas por acción de la brisa y las manecillas del reloj, en las que observe con pavor, haberse detenido a las tres y veinticuatro de la mañana. ¡La misma hora de mi primer encuentro con aquella figura infernal! Esta vez, no observe ni noté a mi alrededor ninguna oscura forma, fue diferente, permanecía inmóvil como esperando lo inevitable. De improviso, una profunda presión comencé a padecer en mis hombros, sentía como dos manos que empujaban mi cuerpo contra mi colchón, la misma experiencia la sufrí en las piernas.

De entre las incontables pesadillas que he padecido y las indescriptibles imágenes lúgubres con las que mi imaginación a fantaseado, jamás hubiera ideado esa visión. Primero observe mis hombros buscando un motivo razonable para semejante presión y fue ahí, que apareció o iba apareciendo, pues en realidad primero fueron sus manos; de la misma penumbra partículas oscuras y mostazas se reunían como magnetizadas formándolo rápidamente, la forma invisible que me oprimía tomaba su apariencia; sus brazos, su cuerpo subyugando mis extremidades inferiores y, de pronto, el rostro que se formaba partícula por partícula, un rostro no humano, espectral, los ojos ¡Oh Dios! Centelleaban como dos llamas rojizas que se fijaron en mi mirada como esperando una reacción de mi parte. Durante unos segundos casi eternos permanecí sin respuesta, entonces lo único que coordinaron mis pensamientos fue gritar, sin embargo la tentativa no dio resultado. Hasta aquel momento, la presión fue extrema, no obstante, la presión en mi pecho y mi voz habían disminuido; mis labios pudieron articular palabras: ‘¿Quién eres?’, pregunté. El demonio, que al parecer esperaba mi reacción, hizo un movimiento dubitativo y acercó su rostro con vehemencia al mío: ‘La identidad del mensajero no es importante’, respondió y sin mayor dificultad reconocí ese lamento, aquella misma voz que sonaba como súplica infernal, que se sentía como el frío de una noche, de una noche sin fin… Sólo en la literatura he podido experimentar tal situación, aunque sólo en la imaginación, pensaba que lo sobrenatural y lo oculto era parte de la retorcida alucinación humana, no sentimos la necesidad de indagar más allá de lo conocido para comprobar esa propensión a lo oculto. No podemos negar tampoco las concepciones que tenemos del cielo y el infierno, asignamos a cada acto un grado o equivalente para conocer nuestro destino después de la muerte. La primera de las concepciones nos da a entender que debemos cumplir la voluntad de Dios y bajo su divina tutela seremos premiados con el paraíso; lo cual nos lleva a la segunda concepción: contrariar los designios de Jehová es labrar nuestro camino al fuego eterno.

Cuando al fin pude normalizar mi respiración y dejar de experimentar, en cierta medida, la opresión sobre mis huesos, note que las palabras de lo que para mi debía significar algo, eran pronunciadas por aquella figura. Me estremecía de horror al escuchar cada sílaba y al observar el movimiento ondulante de su cuerpo mientras vociferaba, mi alma se sentía invadida por un estremecimiento propio de una descarga eléctrica fulminante; poco a poco recuperaba conciencia de la situación, sin embargo, me percate que el espectro se comunicaba en un dialecto que no comprendía. No intente definir que idioma utilizaba, ni tampoco podría exponerlo ahora, era tan grave mi situación que el último pensamiento que tendría no sería para entender lo que trataba de decirme.

Entre denodados, constantes e inútiles esfuerzos por lograr mi propósito de liberarme sucedió que comencé a concebir lo que decía: ‘… Tú eres el elegido, el elegido que llevará un mensaje. Un mensaje de esperanza para aquellos que elijan escucharlo y uno de peligro para aquellos que no elijan escuchar…” Estaba anonadado, la figura seguía escupiendo frases, que pensaba eran irreales, fantasiosas, fantasmales. ‘¿El elegido? ¿De quién? ¿Para qué?’, recuerdo que pregunté. En semejantes momentos me dio a conocer su singular propósito; no he conocido entre las numerosas y complicadas situaciones humanas, el hecho de tratar de recordar una memoria extraviada en nuestra mente y casi siempre nos encontramos a puertas del recuerdo mismo, sin poder siquiera retenerlo en nuestra percepción. Por más voluntad que he tenido para recuperar lo que ahora he olvidado, eso es lo que me pasó, lo único que puedo evocar son aquellas frases y el hecho de que haya sido escogido para dar a conocer los detalles de nuestro final.
El demonio habló durante horas, o eso pareció, cuando me disponía a continuar interrogándolo, el tiempo empezó a seguir nuevamente su curso como por arte de magia, las cortinas continuaron su ondeante danza sobre las ventanas y el reloj prosiguió su marcha temporal. La figura demoníaca se desvaneció en la lóbrega noche, las llamas de sus ojos se extinguieron por completo, sobrevino la oscuridad del crepúsculo y las cosas volvieron a su normalidad.

No trataré de definir mi estupor y mi pavor, me sentía desvanecido, pero no me había ido del todo. En ese momento entró mi hermano y volvió a recostarse; Había ocurrido nuevamente y esta vez tenía un mensaje. El resto de la noche no pude conciliar el sueño…

A partir de esa noche, la idea del fin me atormentaba en cada hora del día, sobre todo que en la mañana después del incidente no recordaba los detalles del fin de la humanidad, estaba completamente seguro que era cierto, todo lo que me dijo, era aterrador, conocer tú fin y no recordarlo, no puedo establecer una relación de causa - efecto que explique las razones de mi olvido. Durante días no pude desentrañarme la idea de que conocía una verdad que nos podía salvar, eso creí, y sin embargo se aferraba a mi espíritu la desesperación.

En un principio decidí que no podía confiar en nadie; disimulaba mi angustia con precisión morbosa, pero a medida que pasaban los días perdí el control de mi mismo. Me desesperaba el hecho de que no conociera las respuestas a mis propias preguntas, sentía pánico de la proximidad de un fin que no podía premeditar. Pronto ya no pude ocultar que estaba perdiendo el juicio; empecé a tener problemas graves de concentración en el trabajo, empeñe mi tiempo en investigar por todos los medios posibles casos parecidos al mío, por fin perdí mi empleo, sufría serios conflictos familiares, muchas veces no dormí en casa y mi relación con mi novia se estaba perdiendo. Fue entonces que decidí confiar en ella. Llegué a su casa entrada una noche, le conté todo lo sucedido desde la primera aparición hasta las revelaciones que me hizo ese emisario demoníaco; escuchó atentamente cada palabra, a pesar de mis constantes trabas para hablar, no me interrumpió. Me irrité increíblemente al oír sus estúpidas sugerencias: ‘Debes ver a un especialista’, ‘no esta bien que tengas esa clase de pesadillas’, ‘saldremos juntos de esto’ y demás palabrería que me hizo arrepentirme de haber confiado en ella. Decidí que no era correcto que estuviera ahí, trato de detenerme mi vehemencia llegó a límites que no me eran posibles de controlar, la empuje con ira dominante al momento que se puso delante de mí para que no me vaya; la fuerza del impulso la hizo trastabillar y tropezar con un escalón de la escalera de su hogar, cayó de espaldas golpeándose la cabeza intensamente contra el suelo, al ver la sangre esparcirse en el suelo, huí. Lo último que supe es que se encontraba en coma por el traumatismo causado por el golpe.

Decidí que debía alejarme, si quería encontrar respuestas me valdría por mi mismo, lo perdí todo, por más que me concentraba y llegaba a caer en trances catalépticos por tratar de hacer memoria, lo único que venía a mi mente era la imagen inconclusa y los destellos rojos de su mirada que atormentaban mis nervios. La policía me buscaba por abuso físico contra mi enamorada, llegue a dormir en la calle, como un mendigo que no tiene techo, todo esto no me sorprendió en lo más mínimo, a pesar de que ocurrió tan rápido, sólo fue el hecho de invocar a la muerte para condenarme por completo.

Cada oficial de la ciudad tenía mi descripción, era potencialmente peligroso y así me buscaban. Una noche mientras descansaba en un parque público, cada vez más lejos de la ciudad, dos oficiales intentaron detenerme: grave error. Me había preparado para ese instante, empero, no para el acto cruel y despiadado que cometí. Los tome por sorpresa, golpee a uno fuertemente en la cabeza cayendo al suelo, mientras que al otro lo tome por el cuello y le abrí la garganta en surco, mientras el que estaba en el suelo no podía comprender cual había sido su error y, sin percatarse le clave el verduguillo en la espalda. Mientras le tomaba el brazo para que no pudiera defenderse, en ese momento, en su muñeca el reloj resplandeció una hora maldita: tres y veinticuatro de la mañana. Espantado, corrí como jamás en mi vida lo había hecho. Logre escapar por algunos días en los que recobre mis facultades.

Lo demás les puede resultar comprensible, no obstante para mi es irreal, fantasioso. Me capturaron, se comprobó que había perdido la cordura y fui condenado a pasar el resto de mi vida en un enclaustro psiquiátrico. Nadie de mi familia quiso alegar defensa para mi, al final los comprendo.

Hace unos días escape del sanatorio, no he descansado en mi huída, durante ese lapso hasta que decidí lo que tenía que hacer: no tengo conocimiento claro de que será de mí después de esto, sin embargo, todo lo que he contado es cierto, ese demonio me volvió a visitar la noche que di muerte a los policías, sin embargo, solo me preparó para lo siguiente, se acerca el fin, el fin de todo lo que conocemos… Mi trabajo fue cumplido, nadie conocerá mi irremediable y cansada voluntad.


13 de diciembre de 1999

martes, 15 de enero de 2008

No Más / QBO

"Este adiós / no maquilla un "hasta luego"
Este nunca /
no esconde un "ojalá"
Estas cenizas / no juegan con fuego
Este ciego / no mira para atrás.


Este notario firma lo que escribo,
Esta letra no la protestaré,
Ahórrate el acuse de recibo
Estas vísperas / son las de después.

A este ruído / tan huérfano de padre
No voy a permitirle que taladre
A un corazón / podrido de latir

Este pez ya no muere por tu boca
Este loco se va con otra loca
Estos ojos no lloran más por ti."


Joaquín Sabina




Cuando el silencio
No deja ver
La luz que hay en ti
Sólo puedo pensar
Que ya no hay más
Que ya no estás aquí

¡Por fin!
No tengo más cadenas
No / más / de / ti
Al fin ni el cielo es eterno
No / más / de / ti

Casi pudiste
Meterte en mí
Y controlarme así
Hipnotizándome
No lograrás
Entrar de nuevo aquí

¡Por fin!
No tengo más cadenas
No / más / de / ti
Al fin ni el cielo es eterno
No / más / de / ti


Por fin
no más
Al fin te vas

No más / no más

jueves, 3 de enero de 2008

Mundo Salvaje / Mr. Big


Now that I've lost everything to you
(
Ahora que lo he perdido todo de ti)
You say you want to start something new
(Dices que quieres empezar algo nuevo)
And it's breaking my heart you're leaving
(Y me rompe el corazón que te marches)
Baby I'm grieving
(
Nena estoy sufriendo)
But if you wanna leave take good care
(Y si quieres marcharte cuídate mucho)
Hope you have a lot of nice things to wear
(Espero tengas muchas cosas lindas que ponerte)
Then a lot of nice things turn bad out there
(Pero entonces muchas cosas lindas se vuelven malas allá)

Oh baby, baby, it's a wild world
(Oh nena, nena, es un mundo salvaje)
It's hard to get by just upon a smile
(Es difícil arreglárselas sólo con una sonrisa)
Oh baby, it's a wild world
(Oh nena, es un mundo salvaje)
I'll always remember you like a child girl
(Siempre te recordaré como una niña)

You know I've seen a lot of
(Tu sabes que he visto todo)
What the world can do
(Lo que el mundo puede hacer)
And it's breaking my heart in two
(Y se me parte el corazón en dos)
'Coz I never want to see you sad girl
(Porque nunca quisiera verte triste, cariño)
Don't be a bad girl
(No seas una mala chica)
But if you wanna leave take good care
(Pero si te quieres ir cuídate mucho)
Hope you make a lot of nice friends out there
(Espero que hagas muchos amigos allá)
Just remember there's
(Sólo recuerda que hay)
A lot of bad and beware
(Mucha maldad y ten cuidado)

Baby, I Love You
(Nena, Te amo)

But if you wanna leave take good care
(Pero si te quieres ir cuídate mucho)
Hope you make a lot of nice friends out there
(Espero que hagas muchos amigos allá)
Just remember there's
(Sólo recuerda que hay)
A lot of bad and beware
(Mucha maldad y ten cuidado)