jueves, 27 de marzo de 2008

Caught In a Dream (1)

Este cuento, o relato como mejor les parezca, es sobre una pareja, que me confió su historia para salvarla de una existencia vulgar y común, la escribí con mucho tiempo de largo tanto como para añadirle mis gustos, no sé si seguirán juntos, hace tiempo no los veo, son de esas personas que se despiden sin decir un adiós. No soy de lo mejor, les dije alguna vez, sin embargo, insistieron. Cuando me propusieron escribirla, me permitieron publicarla, de la manera que sea, en fin.





"Ahora sé que la distancia
No cura este mal
Sólo nos acerca
Un poco más"


Adrián Barilari



I

Una hora es suficiente para escribir, pensó, recordando bellos instantes de un primer encuentro que parecía un final, de aquella aproximación tan precisa que creía haber olvidado en los cajones de su imaginación. Y así rememoró aquel momento, que había llegado por obra del mágico e impredecible destino hasta sus manos, a la distancia de esa conjunción tan hermosa e inimaginable en que se convirtió ella, porque así la imaginaba, así se desprendía de sus recuerdos, porque ahí la veía, a la lejanía que se mezclaba con la altura de un puente que los separaba; él, aceleró el paso, con la emoción intentando escapársele del pecho, como atraída hacía ella como un imán, como polos opuestos de un magneto, con ese delírico enternecimiento que arañaba desde dentro de su corazón, Ya me iba a ir, dijo ella después de sonrojarse cuando lo observó a sus espaldas, Lo lamento, no esperaba demorarme mucho, en serio te ibas a ir, habló él después de un instante en el que rió, conteniendo sus delirantes emociones en su mente, Si no llegabas en un rato más me iba, Bueno, vamos no. Mientras caminaban, el silencio los rodeó con ese manto de incertidumbre que sólo nos cubre cuando el tiempo no es más que un paseante, sin embargo, él encontró esa precisión para apaciguar los instantes impertinentes, esa manera de romper, como en una primera vez, su armazón de hielo, No pensé volver a verte, le dijo él, mientras la miraba con el rabillo del ojo, disimulando sus ansias de girar y dedicarle una mirada eterna, guardándose las frases apasionadas para un futuro, Yo tampoco, respondió ella, desde que me dijiste que no te hablara más, imaginé que jamás nuestros ojos se volverían a cruzar, que no habría oportunidad de volverte a ver, Pero ya vez que acá estamos otra vez, coqueteó él, te invité para pagarte mis deudas culinarias contigo, sé que no es suficiente, pero puede ser un principio. Ella sonrió con esa complicidad que se escondía en ese gesto que él adoraba tanto y que tanto echaba de menos con la triste distancia. Intentó disimular la frágil emoción que se le escapaba en el aliento. Cuando el puente que cruzaban se bifurcaba en dos, él señaló un camino que ella siguió, sólo que no era precisamente el correcto y tuvo que regresar sus pasos, algo avergonzada con la broma pesada de él, que se dirigía en la dirección contraria, mientras reía. Ese alborozo que se escapaba de él, calaba hondo en su memoria, adormeciéndole los sentidos tan delicadamente que por momentos sintió deseos de abrazarle con emoción por volverlo a ver. Recorrían caminos nuevos, pero sus pasos eran los mismos, Hay que entrar aquí, dijo él mostrándole una tienda, y al ingresar observaron a personas eligiendo que llevar para sus hogares, con la simple elección que no cubre los agujeros que nos deja el tiempo; como cuerpos sin rostros, la gente pasaba a su alrededor, caminaba dando pasos sonoros que perdían el eco en el instante del sonido. Era de noche, una noche de domingo, simplemente pasaron y escogieron lo que tenían que llevar mientras conversaban de distintos temas sin importancia; Recuerdas a fulano, Sólo conocía a mengano, Lleva esto también sí, le dijo ella tomando una bolsita de tortillas de maíz que ambos disfrutaban, Vaya, no has cambiado, bromeó él, para generar una risa al unísono de ambos, los semblantes a su alrededor no existían, sólo tenían conciencia de sus nombres y de sus sonrisas, de sus miradas indiscretas que se escapaban como soplos de aquellos instantes, que pese a ser tan agradables a sus espíritus; no dejaba de ser algo extraño, esa naturalidad que no había cambiado, como si el tiempo que transcurrió entre los dos no hubiera mellado en sus recuerdos, y es que así se sentía; ese aroma del delirio que jamás se desprende de nuestros sentidos, él aprendió a percibirlo, a mezclarlo en su propia angustia depresiva, como en una densa polvareda que jamás te deja ver; sin embargo, muchas veces los instantes que se comparten, suelen ser perfectos, más cuando alcanzan lo sublime y celestial, pero suelen tener esa maldita contrariedad de su efímera duración, que se asemeja mucho a la imposibilidad de que paso tomar después de aquel trance emocional.

Y así pensaba en el destino; tan cruel y tan sarcástico con nosotros, montado en cólera contra nuestro propio camino, tu y yo ahora, otra vez, casi sin mirarnos, digamos que empezaba a disfrutar tu contextura en la distancia, la forma que adquieres con la lejanía. Evitaré los vistazos indiscretos mientras cocino con nerviosismo para ti, pensaba él, mientras sonaban en el aire sus canciones, aquellas que compartieron alguna vez, esas reminiscencias llegaban a niveles astronómicos, cuando ella solía posar su cabeza en su hombro y él le acariciaba sus mejillas, cuando el tiempo era un extranjero en sus momentos, sin rubricar lágrimas en azahares, ni repartirlas en la pies de sus vidas, sólo como destellos de alegría tan brillantes que se alojaron en la oscuridad de sus almas cuando se alejaron. Sé que no es mucho, que he improvisado, que hamburguesa papas fritas y mayonesa no suelen ser un alimento muy común, lamento que sea lo único que haya, exclamaba él, mientras ambos reían, quizá guiados por esa espontaneidad que resultaba tan perfecta para aquellas acontecimientos, Se te van a quemar las papas, has puesto poco aceite, le advirtió ella, mientras él, riéndose con sus gestos de sabelotodo, notó que el freír con poco aceite de oliva las papas en trozos, llenaba la cocina de un humo ligero, muy gracioso, que a pesar de lo molesto, les causó mucha algarabía y risas compartidas.


Y así transcurrían las horas, en infalibles, extensas y chispeantes conversaciones, los dos pretendiendo ser amigos sin ser enemigos, mientras que el desorden imperante en la cocina y que él contribuía a generar, era un motivo más para sonreír, sólo que a veces la alegría se nos pone fría en instantes que no comprendemos, o al menos eso es lo que ella experimentó. Siento a veces algo extraño cuando me hablas, le dijo, al notar en el tono de su voz un reclamo, que aunque no era intencionado, la hizo sentir algo desconocido, como un dolor por otro dolor, No paras de culparme de mis errores, de nuestro alejamiento, en tus sarcasmos me doy cuenta que aún guardas resentimiento contra mí, Resentimiento contra ti, le preguntó él, sabiendo que, quizá, sin querer, sus palabras se habían tornado en ese sentimiento tan absurdo, Por favor, te estás enredando en tu propio tiempo, en tus propias angustias pasajeras, pero de ella no se desvanecía ese recuerdo y sus dudas sobre él, y se preguntaba sentada en un costado de la cocina, mirándolo de muy extraña manera, él sintiendo que la mujer que amaba se había extraviado en su propia cabeza, como si contuviera contra su voluntad todos sus sucesos en la mente para que no escaparan. Después de un breve silencio, que sólo era interrumpido por el sonido que desprendían las papas al freírse, él intentó explicar, y si no lo consiguió es por que ni él mismo comprendía sus reacciones, No es lo que piensas, me alegra tu compañía, a pesar de todo estoy muy contento con tu presencia, lamento mis trastornadas respuestas, sé que para ser blanco de mi sarcástica e irónica actitud no te he invitado, ella lo observa con esos ojos que él recuerda tan bien, su rostro, rodeado de bellos rizos oscuros le hacían sentir como regresaban, desde el fondo de sus recuerdos donde se habían agazapado, aquellos momentos que pasaron juntos y que tanto se pierden en la ensoñación. Y es que era así, siempre su cielo mutuo fue gris para ella, aunque él intentara alejar las nubes uniformes que se juntaban sobre sus cabezas, ella jamás se percataba de la lucha que él llevaba por dentro para hacerla feliz, siempre fue ciega a sus sentimientos y eso siempre le enterró, él se obstinaba en preguntarse el valor de todo, muy comprometido con la turbulencia de sus dudas, pues siempre fue propenso al desvarío y a la imaginación.

Me siento vació, pensaba él mientras cocinaba las hamburguesas, me percibo tan solo en mi propia batalla personal, intentaba conversar sin dramatizar el momento, con frases claras que no se mezclaran con sus fantasmas, sus sueños y la realidad, la estúpida realidad, Oh mi linda niña, siempre nuestra relación fue como un manicomio, yo era la locura y tú la cordura, siempre me deje llevar por mis instintos, siempre buscando justificar algún momento para estar a tu lado, siempre perdiendo la vergüenza en mis excesos, nunca asumí un papel maduro, siempre pensé que la alegría era más importante, que verte sonreír era mi misión en este plano terrenal, pero en ese desvarío me perdí como el niño que soy, jamás pude ver la realidad y hasta ahora me pregunto por el pasado ensordecedor y cegador, porque me convertí en sordo y ciego a la realidad que me perseguía como sombra y jamás me detuve a pensar en el sueño y que ese maldito sueño en cualquier momento podía despertar y matarme a mí en su franca huída, cavilaba él. Siempre hemos sido más que un recuerdo que se pierde en la sucursal de los sueños, siempre necesitamos dar una vuelta más para que se quede en nuestras manos, pensaba ella, perdida en su propia divagación sin que se dejara percatar en aquellos instantes, Te ayudo a servir, de acuerdo, le propuso ella observándolo enredarse en su cocina, yendo de un lado para el otro, como si no tuviera un rumbo preciso, Los platos están allí abajo, dijo él señalándole una gaveta inferior, donde, a pesar de intentar evitarlo, la angosta cocina no permitía evitar los constantes roces entre ellos. Quieres que te prepare algo de tomar, le preguntó él, alguna infusión que te agrade, tengo té de jazmín, Ya, invítame eso, respondió ella con emoción, alguna vez la has probado, En realidad no, pero el jazmín aparte de oler rico es una flor poética, Habrá que probarse uno mismo para conocer las cosas, no lo hagas tan caliente y sin mucha azúcar, Si, ya conozco tus gustos, no te preocupes, Es que no me preocupa que no los conozcas, si no que los hayas olvidado, Eso es una broma o una queja por mis reclamos anteriores sin intención, No, era simplemente una prueba para saber si lo tenías en mente aún, Muy graciosa, y de qué serviría que aún piense en ello, A qué te refieres, Vamos, no se responde una pregunta con otra pregunta, no te hagas, de qué serviría de que aún yo recuerde, Yo aún recuerdo y recuerdo mucho, Si lo sé, Lo sabes, Me percato de ello cuando te leo, cuando hay frases que se desprenden para mí, no es necesario ahondar en ello para advertirlo, pero tampoco pienses que lo tomo como una señal alentadora, porque desde que ocurrió nuestro oscuro episodio, donde tal vez han sido los peores momentos que te conocí, en los que me repudiaste con tanto odio que parecía que se desprendía como fuego de tus ojos, ya no puedo confiar en un futuro venidero, esperando siempre que no haya consecuencias o malas pasadas para el corazón.

lunes, 24 de marzo de 2008

La Carta (Sin Título 3)


"Perdí,
Siempre perdí,
No me irrita, ni preocupa,
Perder es cuestión de método."

Luís Sepúlveda



La Habana, 22 de marzo del 2008.

Sé que al leer esto te parecerá de lo más extraño, porque después de todo, a pesar de que necesitábamos hablar sobre nosotros, nunca hubo una oportunidad, quizá pensaste que era lo mejor, que evitando el asomarte, todo estaría mejor. Espero que al menos ahora el tiempo no te impida leer estas palabras, porque esta es la única manera que he encontrado para explicarme.

Creo que nuestras vidas se separaron a partir de nuestros besos, como una bifurcación en la que sólo tienes dos caminos; tu elegiste seguir uno en el que no estaba contigo y, bien, yo no tengo nada que reclamarte que no sea lo correcto, lo que pensé que era necesario; que me escuches al menos para quitarme el desengaño, porque para mí no fueron besos de una noche que se olvidan al amanecer, jamás pensé eso, ni tampoco cuando te conocí, como tu alguna vez me dijiste, no tuve la intención de conquistarte, porque eso se dio con el tiempo, a medida que te conocía, o que hacía extensas nuestras conversaciones por el teléfono, porque fue así, que fui conociéndote sin ninguna mala intención, cavilando dentro de mí, preguntándome si nuestras coincidencias eran eso, o eran extrañas señales en las entrañas; ahora en estos días que ya no sé nada de ti y el tiempo se hace cada vez más extenso desde que no compartimos una conversación, logro comprender, que decidiste al final que sólo fueran coincidencias.

Siendo muy sincero, te quiero muchísimo, y te extraño con más rigor, eres lo más lindo que jamás se ha convertido en real, pero debe ser el karma que he compartido con mi destino, que ahora que estás tan lejana parece que los kilómetros sólo marcaran distancias, no importa tanto pero hoy duele.

Así, ahora parece que andará como anoche, bajo la lluvia de Calzada de Luyanó, buscando alguna casualidad en las veredas, pero no es así como esperaba que terminara nuestra bonita realidad, no señorita, simplemente, me confundí como un niño, creí en nuestros coqueteos indiscretos, en aquellos abrazos extensos que mezclaban nuestros brazos y es que no me negarás que la lluvia lo envuelve todo, a pesar de que me encanta, parece que llegó nuestro momento para el diluvio; no lo negarás, que nuestra relación ya no era de amistad, que se había convertido en algo más que un sueño, a pesar de que tenía la seguridad de que podías despreciarme, creo que al final fue eso, me llevé una decepción, con el perdón de la expresión, no sé si fue intencional o pensaste que quizá, sólo estas defendiéndote de mi con tus espinas. Recuerdo que alguna vez conversamos y te conté mis problemas y al final de aquella conversación, me dijiste que también confiabas en mí, pues porque no te bastaba con tus espinas para defenderte. ¿Sabes? a veces pienso en nuestras conversaciones y digo: ¿En dónde nos perdimos? Suele pasar y ya no sé que más leer, que encontrar en las palabras o que es lo que iba a decir.

Y no paro de recordar y de extrañarte con cierta emoción, al recordar tus risas, y ya no dejo de escribir, desde la última vez que lo hice para ti, dilucidando pensamientos, como sólo tu me has hecho imaginar, tal vez porque aquella noche, fue como lo que a veces se piensa: inolvidable, pero no por nosotros, si no por aquellos besos repartidos, aquellos seis besos que ahora los añoro tanto, porque como diría Santiago Gamboa: “La realidad es lo único que no se puede dejar atrás. La realidad siempre nos alcanza” y creo que a mis sueños los alcanzó, pero yo lo diría: “Como en un chicle, el recuerdo de tus labios está desvaneciendo el dulce”… ¡Que ñoño! Sólo para no ser tan serios, para no dejar que el silencio nos invada con su curiosidad.

Y es así, tus besos se me desvanecen cada vez que los intento recordar, cada vez que intento que traten de existir, agazapándome en los recuerdos de tu universo, tratando de no imaginar en exceso, que sólo un sueño tuve; intentando entender como compartía mi hombro contigo, o tus manos alguna vez cruzando las mías, como tu cabeza se recostaba en mi cuerpo, sintiendo tu proximidad tan cercana, en el cine, en el bus, en el taxi…

En todo caso no te intento llenar de reminiscencias, cada uno es dueño de sus propias decisiones, ahora comprendo lo que decidiste, lo que lamento es que no hayas tenido el valor de decírmelo a la cara, porque me merecía al menos un “no te quiero” y cuando tú te merecías todas las flores que se marchitaron esperando algún encuentro. Y es así mi señorita, que a esta edad todo nos sobra y todo no nos satisface, no buscamos tempestades, pero encontramos tormentas que no nos colman los vasos, a estas alturas ya no importa nada, ni ese algo que no olvidaré jamás, la loca emoción que sentía al mirarte y esa algarabía que se me desprendía al verte sonreírme, ahora tengo que compartir con tu recuerdo, el gusto que tu contextura tiene con la distancia o la forma que tomas con la lejanía.

Lamento que hayas llegado hasta aquí, hasta este párrafo terrible del que aún no puedo salir, lamento que hayas perdido tu tiempo leyendo a este loco, porque seguramente dirás: “pero yo no pienso eso, o si lo pienso sólo quiero ser lo más sincera posible”, quizá ya no pueda escuchar tu voz acariciando los recuerdos que se alojan en aquella tibia emoción. ¿Quieres qué sea realista? Trato de notar el verdadero asunto que me conlleva a escribirte, tratar de aclararte que para mí no fuiste una chica de invierno en verano, que no tenía intenciones de alejarme de ti como ha pasado, como quizá los dos hemos motivado, yo no me quería separar de ti, porque me hundo en viejos recuerdos, en canciones que me recuerdan a ti, escucho a Nacha Pop y me entra la terrible nostalgia de tus ojos, esa que sólo puedo ver cuando me ves, cuando me destilabas una mirada como caricia postrera.

Tengo tantas cosas de ti que se han quedado a vivir, que si me pongo a enumerarlas, comenzaría a aburrirte, más de lo que ya lo he hecho, pero es muy triste, más triste todavía, intentar rozar el recuerdo fuera del cuerpo. Yo tenía recuerdos que jamás pensé compartir con alguien y era tan gracioso aquella madrugada cuando me comentaste de “Bertha”, esa maquina de la que pasaban su serie en canal 7, nunca pensé que alguien viera eso, como yo, pero allí estabas tú, para recordarme que no era el único en esta galaxia extraña.

No tengo que decir: “Te quiero” para que sepas lo que trato de explicar, pero me da tristeza como todo esto se desvaneció, como la niebla por la mañana después de una madrugada húmeda, así desapareció, con un sol que ni siquiera es mío, porque esperaba más de mis estúpidos sueños, ahora sé que todo era una ilusión.

La distancia nos ha marcado un poco ¿No lo crees? Ahora casi ya no hablamos y yo tengo que disimular mi estúpida emoción cada vez que de casualidad te logró encontrar conectada o hacer de cuenta que estoy igual que tú, que soy indiferente a lo que tú y yo compartimos, porque a partir de nuestros seis besos todo cambio y lo sabes muy bien, porque notaba que sentíamos algo en la piel, porque cuando estábamos juntos todo era diferente, nuestras palabras, nuestras risas, nuestros abrazos, ahora y antes, cualquier detalle era perfecto, porque había en tu voz algo diferente, algo que hacía que me sintiera tan cerca de ti, a pesar de la distancia que nos marcaba el auricular del teléfono o la fibra óptica del internet.

Suelo ser un tonto, por eso discúlpame, porque nadie me pidió que me quedara, porque nadie me dijo que te besara, que te abrazara con emoción tonta e ingenua, que aceptara tu cabeza sobre mi hombro, nadie me lo dijo, ahora tengo que escuchar tus canciones para olvidarme del olvido... Bueno, creo que ya le di muchas vueltas al asunto, como siempre me dijiste; siempre estoy con rodeos, pero ya me conoces, me gusta el suspenso y con ello sólo darle un poco de emoción.

Me encantó conocerte y jamás pensé que me equivocaba al alocarme, en cierto sentido, por ti. No sé si este es un adiós, pero de que tiene su sabor y el gusto acercándose a las papilas de la realidad, no lo dudo. En fin, tenía que decirte todo esto, de alguna manera, y la única que encontré después de tanto rechazo fue esta, lamento que haya sido de esta manera, pero no me dejaste otra opción, sé que muchas cosas se me escapan, que algunas quedan flotando en este aire raro que ahora me rodea, pero con que hayas llegado a leer hasta acá te lo agradezco.

Quiero que te cuides mucho, eres una gran chica, me lo has demostrado, y sé que todo te ira bien, ya no somos unos niños, espero que me comprendas... Ahora si,

PD: Ya voy a terminar de leer tu libro (por segunda vez), te lo haré llegar.

martes, 18 de marzo de 2008

Sin Título 2


Que vivías encerrada en terciopelo
¿Y eso quién lo va a creer?
Que te molestaba el contacto
¿Y eso quién lo va a creer?

"De Sudor y Ternura" / Lucybell



Imaginé que nadaba entre lava
Cubriendo de llamas mis brazos
De aquella angustia febril
Fabriqué eternas revoluciones
Siempre perdiendo el destino que no ilumina

Me permitiste habitar en tu espalda
Creyendo que en ti todo anochece
Arrojando mi espíritu en tu vientre
Me bastó un segundo para perder la mente

Estás cubierta de sinceras espinas
Soy más que una leyenda sin colores
Que hoy se priva de tu voz
Pero que vistió con desnudez tus labios
¿Se ha vuelto tan fácil fingir?

Probando el sabor del temor
entre los dedos de la traición
He confundido la distancia con la calma
No he calculado espacios en mi alma

Déjame por una vez / perder el control en ti
Déjame por una vez / llenar tus poros de mí

En tu disfraz la noche oscurece
y la melodía de los grillos con delicadeza envejece
Con un final trato de despedirme de tu principio
Porque tu imagen no llegó a calar
En los besos de mi emoción

sábado, 15 de marzo de 2008

Sin Título 1


Silence Is Not The Way
We Need To Talk About It

"Letting The Cables Sleep" / Bush


Amanece bajo las sombras de la memoria
Aquel recuerdo que se pertrecha entre los besos de la casualidad
Porque olvidé lo que es el olvido
He perdido aquella habilidad

Siempre me siento escondido
Cuando no escucho tu sonido
Te extraño en este tiempo extraño
En el que la dulce noche no llega a terminar

Y te imagino en los momentos que solíamos compartir
Tan escasos que a veces creo
Que la memoria se me ha extraviado en la ingratitud

Extraño aquellos besos que se convirtieron
En cadenas para tu sonrisa
Porque echo de menos tu tonta risa
Y nuestras simples miradas cómplices

Y sé que no es nada extraordinario
Caminar y evocarte en mis pasos a diario
Encontrarte y perderte en el lago invisible que nos separa

No / todo es extraño

El tiempo no hace escalas en el olvido

viernes, 7 de marzo de 2008

Sin Título


Creo en los fantasmas terribles
De algun extraño lugar
Y en mis tonterías
Para hacer tu risa estallar

"Lucha De Gigantes" / Nacha Pop





A veces te veo sonreír
Dilucidar pensamientos a través de tus miradas
Hay misterio tras tus cabellos
Tras tus manos cruzando los dedos

Creo que digo más en mis silencios
Que escondiéndome en las palabras
Es mejor no llegar a viejos
Sin reflejos ni procesos

A mediodía amanece tu sonrisa
Como estrellas en épocas de andanzas
Esta noche el viento silba un verso
Agazapado en el sueño de un beso

Y escucho preguntar: ¿Sabes en qué estás durmiendo?
¿No sientes el escalofrío sin remedio?
Dime pronto el secreto de tu existencia
Que me embriagan tus ocultas miradas

El atardecer viene y va como viento sutil
Percibo tu sonriente llegada tan dulcemente
Y el sol ocultarse tras tus pupilas
Hundiendo mis miradas tras el furor de tu rostro

Es irónico el mar excesivo que nos separa
Porque al pensarte / la memoria
Se solidariza con tu presencia
Y la soledad elige morir sin pedir cuentas

Adoro tu paisaje con estrellas
Aparcados en tu delirante sonrisa
Has crecido en ese espacio donde las palabras no se tocan
Has abreviado mi existencia
En el rincón de un atardecer de diciembre

Hemos engañado al destino
Que ignoraba nuestra presencia en la claridad
No estás vestida con espinas
Llevas tu manto de caricias
Forjada con los claros de la luna

Yo sólo llevo encima el ritmo de tus pasos
El cinturón de tus labios apretados
La túnica de tu palpitante risa
El clamor tibio de tus brazos estirados

Por eso ahora deseo estar a tu lado
Para que me vistas con tus abrazos
Compartir el fulgor de mi estruendoso silencio
O sólo aquella tarde en que te vi