lunes, 24 de marzo de 2008

La Carta (Sin Título 3)


"Perdí,
Siempre perdí,
No me irrita, ni preocupa,
Perder es cuestión de método."

Luís Sepúlveda



La Habana, 22 de marzo del 2008.

Sé que al leer esto te parecerá de lo más extraño, porque después de todo, a pesar de que necesitábamos hablar sobre nosotros, nunca hubo una oportunidad, quizá pensaste que era lo mejor, que evitando el asomarte, todo estaría mejor. Espero que al menos ahora el tiempo no te impida leer estas palabras, porque esta es la única manera que he encontrado para explicarme.

Creo que nuestras vidas se separaron a partir de nuestros besos, como una bifurcación en la que sólo tienes dos caminos; tu elegiste seguir uno en el que no estaba contigo y, bien, yo no tengo nada que reclamarte que no sea lo correcto, lo que pensé que era necesario; que me escuches al menos para quitarme el desengaño, porque para mí no fueron besos de una noche que se olvidan al amanecer, jamás pensé eso, ni tampoco cuando te conocí, como tu alguna vez me dijiste, no tuve la intención de conquistarte, porque eso se dio con el tiempo, a medida que te conocía, o que hacía extensas nuestras conversaciones por el teléfono, porque fue así, que fui conociéndote sin ninguna mala intención, cavilando dentro de mí, preguntándome si nuestras coincidencias eran eso, o eran extrañas señales en las entrañas; ahora en estos días que ya no sé nada de ti y el tiempo se hace cada vez más extenso desde que no compartimos una conversación, logro comprender, que decidiste al final que sólo fueran coincidencias.

Siendo muy sincero, te quiero muchísimo, y te extraño con más rigor, eres lo más lindo que jamás se ha convertido en real, pero debe ser el karma que he compartido con mi destino, que ahora que estás tan lejana parece que los kilómetros sólo marcaran distancias, no importa tanto pero hoy duele.

Así, ahora parece que andará como anoche, bajo la lluvia de Calzada de Luyanó, buscando alguna casualidad en las veredas, pero no es así como esperaba que terminara nuestra bonita realidad, no señorita, simplemente, me confundí como un niño, creí en nuestros coqueteos indiscretos, en aquellos abrazos extensos que mezclaban nuestros brazos y es que no me negarás que la lluvia lo envuelve todo, a pesar de que me encanta, parece que llegó nuestro momento para el diluvio; no lo negarás, que nuestra relación ya no era de amistad, que se había convertido en algo más que un sueño, a pesar de que tenía la seguridad de que podías despreciarme, creo que al final fue eso, me llevé una decepción, con el perdón de la expresión, no sé si fue intencional o pensaste que quizá, sólo estas defendiéndote de mi con tus espinas. Recuerdo que alguna vez conversamos y te conté mis problemas y al final de aquella conversación, me dijiste que también confiabas en mí, pues porque no te bastaba con tus espinas para defenderte. ¿Sabes? a veces pienso en nuestras conversaciones y digo: ¿En dónde nos perdimos? Suele pasar y ya no sé que más leer, que encontrar en las palabras o que es lo que iba a decir.

Y no paro de recordar y de extrañarte con cierta emoción, al recordar tus risas, y ya no dejo de escribir, desde la última vez que lo hice para ti, dilucidando pensamientos, como sólo tu me has hecho imaginar, tal vez porque aquella noche, fue como lo que a veces se piensa: inolvidable, pero no por nosotros, si no por aquellos besos repartidos, aquellos seis besos que ahora los añoro tanto, porque como diría Santiago Gamboa: “La realidad es lo único que no se puede dejar atrás. La realidad siempre nos alcanza” y creo que a mis sueños los alcanzó, pero yo lo diría: “Como en un chicle, el recuerdo de tus labios está desvaneciendo el dulce”… ¡Que ñoño! Sólo para no ser tan serios, para no dejar que el silencio nos invada con su curiosidad.

Y es así, tus besos se me desvanecen cada vez que los intento recordar, cada vez que intento que traten de existir, agazapándome en los recuerdos de tu universo, tratando de no imaginar en exceso, que sólo un sueño tuve; intentando entender como compartía mi hombro contigo, o tus manos alguna vez cruzando las mías, como tu cabeza se recostaba en mi cuerpo, sintiendo tu proximidad tan cercana, en el cine, en el bus, en el taxi…

En todo caso no te intento llenar de reminiscencias, cada uno es dueño de sus propias decisiones, ahora comprendo lo que decidiste, lo que lamento es que no hayas tenido el valor de decírmelo a la cara, porque me merecía al menos un “no te quiero” y cuando tú te merecías todas las flores que se marchitaron esperando algún encuentro. Y es así mi señorita, que a esta edad todo nos sobra y todo no nos satisface, no buscamos tempestades, pero encontramos tormentas que no nos colman los vasos, a estas alturas ya no importa nada, ni ese algo que no olvidaré jamás, la loca emoción que sentía al mirarte y esa algarabía que se me desprendía al verte sonreírme, ahora tengo que compartir con tu recuerdo, el gusto que tu contextura tiene con la distancia o la forma que tomas con la lejanía.

Lamento que hayas llegado hasta aquí, hasta este párrafo terrible del que aún no puedo salir, lamento que hayas perdido tu tiempo leyendo a este loco, porque seguramente dirás: “pero yo no pienso eso, o si lo pienso sólo quiero ser lo más sincera posible”, quizá ya no pueda escuchar tu voz acariciando los recuerdos que se alojan en aquella tibia emoción. ¿Quieres qué sea realista? Trato de notar el verdadero asunto que me conlleva a escribirte, tratar de aclararte que para mí no fuiste una chica de invierno en verano, que no tenía intenciones de alejarme de ti como ha pasado, como quizá los dos hemos motivado, yo no me quería separar de ti, porque me hundo en viejos recuerdos, en canciones que me recuerdan a ti, escucho a Nacha Pop y me entra la terrible nostalgia de tus ojos, esa que sólo puedo ver cuando me ves, cuando me destilabas una mirada como caricia postrera.

Tengo tantas cosas de ti que se han quedado a vivir, que si me pongo a enumerarlas, comenzaría a aburrirte, más de lo que ya lo he hecho, pero es muy triste, más triste todavía, intentar rozar el recuerdo fuera del cuerpo. Yo tenía recuerdos que jamás pensé compartir con alguien y era tan gracioso aquella madrugada cuando me comentaste de “Bertha”, esa maquina de la que pasaban su serie en canal 7, nunca pensé que alguien viera eso, como yo, pero allí estabas tú, para recordarme que no era el único en esta galaxia extraña.

No tengo que decir: “Te quiero” para que sepas lo que trato de explicar, pero me da tristeza como todo esto se desvaneció, como la niebla por la mañana después de una madrugada húmeda, así desapareció, con un sol que ni siquiera es mío, porque esperaba más de mis estúpidos sueños, ahora sé que todo era una ilusión.

La distancia nos ha marcado un poco ¿No lo crees? Ahora casi ya no hablamos y yo tengo que disimular mi estúpida emoción cada vez que de casualidad te logró encontrar conectada o hacer de cuenta que estoy igual que tú, que soy indiferente a lo que tú y yo compartimos, porque a partir de nuestros seis besos todo cambio y lo sabes muy bien, porque notaba que sentíamos algo en la piel, porque cuando estábamos juntos todo era diferente, nuestras palabras, nuestras risas, nuestros abrazos, ahora y antes, cualquier detalle era perfecto, porque había en tu voz algo diferente, algo que hacía que me sintiera tan cerca de ti, a pesar de la distancia que nos marcaba el auricular del teléfono o la fibra óptica del internet.

Suelo ser un tonto, por eso discúlpame, porque nadie me pidió que me quedara, porque nadie me dijo que te besara, que te abrazara con emoción tonta e ingenua, que aceptara tu cabeza sobre mi hombro, nadie me lo dijo, ahora tengo que escuchar tus canciones para olvidarme del olvido... Bueno, creo que ya le di muchas vueltas al asunto, como siempre me dijiste; siempre estoy con rodeos, pero ya me conoces, me gusta el suspenso y con ello sólo darle un poco de emoción.

Me encantó conocerte y jamás pensé que me equivocaba al alocarme, en cierto sentido, por ti. No sé si este es un adiós, pero de que tiene su sabor y el gusto acercándose a las papilas de la realidad, no lo dudo. En fin, tenía que decirte todo esto, de alguna manera, y la única que encontré después de tanto rechazo fue esta, lamento que haya sido de esta manera, pero no me dejaste otra opción, sé que muchas cosas se me escapan, que algunas quedan flotando en este aire raro que ahora me rodea, pero con que hayas llegado a leer hasta acá te lo agradezco.

Quiero que te cuides mucho, eres una gran chica, me lo has demostrado, y sé que todo te ira bien, ya no somos unos niños, espero que me comprendas... Ahora si,

PD: Ya voy a terminar de leer tu libro (por segunda vez), te lo haré llegar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé qué decir...Hay penas que nunca se curan y más puede el recuerdo que el olvido, es triste haber vivido mucho tiempo juntos para después decir adiós, no quise dejar un comentario pero al leer tu escrito me trajo a la memoria muchas cosas que viví con aquel muchacho que creí sería el hombre y mi esposo para toda la vida, yo también creo haberle dicho adiós alguna vez, es triste sabes. A veces quisiera retroceder el tiempo y borrar todo aquello que nos separó,pero el tiempo pasa y no en vano, ahora él y yo estamos lejos, ya ni nos miramos. pasará buen tiempo para hacerlo, lo sé. Y esto es, quizás nunca más lo hagamos... Derramé más de una lágrima al leer tu escrito, espero olvidar aquello que viví no es 6 besos, sino en más tiempo, toda una vida...Cuídate mucho...suerte en todo...es muy triste el romanticismo, es una pena no estar más junto a él...mi esposo.


Damisela...

Anónimo dijo...

Confesso que fiquei impressionada com sua história,a maneira com que vc fala desta paixao que passou pela sua vida,cada detalhe ,cada palavra...
Fico imaginando pq a vida é tao cruel assim????Pq temos que passar por tdo isso???Pq temos que sofrer por algo gostoso que acontece em nossas vidas.
Mas isso tdo nao tem explicação,e ficaremos a vida toda se perguntando...pq? pq? pq?

Anónimo dijo...

y rubien...?